Existe
un consenso entre la comunidad científica internacional en que el azúcar es una
fuente natural de energía necesaria para el óptimo funcionamiento del
organismo. De hecho, la glucosa contenida en los hidratos de carbono y azúcares
es indispensable para completar las funciones metabólicas de las células y
tejidos que forman nuestro cuerpo. Por eso es importante verificar con rigor
científico los valores reales que rodean al azúcar.
Cada gramo de azúcar contiene sólo 4 calorías por lo que su consumo es recomendado en
todos los grupos de edad, acompañado de ejercicio y una dieta saludable que
tenga una proporción adecuada de proteínas, lípidos y carbohidratos.
El azúcar no sólo proviene de la caña, de hecho está
presente en otros alimentos como las manzanas, las zanahorias, las naranjas y
los plátanos, por lo que su origen es totalmente natural y de hecho ha
acompañado la dieta de los seres humanos desde hace más de 5,000 años, lo que la ha convertido en un elemento
indispensable para el correcto funcionamiento del cerebro y los músculos.
Una parte integral de esta ecuación es mantener una
adecuada hidratación tomando entre 2 y
2.5 litros diarios de líquidos entre los que destacan el agua simple,
sopas, jugos, refrescos y cualquier bebida que contenga mayoritariamente agua.
De acuerdo con una reciente investigación científica
publicada en la revista Public Health
Nutrition por científicos portugueses y británicos “la reducción en el
consumo de bebidas azucaradas no está asociada de forma directa con una
disminución de la obesidad”. En este sentido las bebidas endulzadas con
edulcorantes no calóricos o “bebidas light” son también una alternativa de
hidratación, según el estilo de vida que llevemos.
Distintas investigaciones apuntan que el uso de
edulcorantes bajos o sin calorías son una alternativa para satisfacer el deseo
natural que tiene nuestro gusto por los alimentos dulces sin contribuir en
incrementar nuestro consumo calórico y por ello el inherente aumento de peso.
Se ha probado que el sobrepeso es más bien un
desequilibrio entre la cantidad de energía que consumimos y la que gastamos en
nuestras actividades diarias, por lo que mantener un peso adecuado debe
considerarse desde un ángulo multifactorial en el que la actividad física, la
hidratación y el consumo de alimentos saludables deben ser tomados en cuenta en
la misma proporción.
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