lunes, 30 de marzo de 2015

Nuestro cuerpo no discrimina, el azúcar es una sola


Hace un par de años, la OMS encomendó la titánica tarea de recabar toda la evidencia científica disponible que estudiara la relación directa de todos los tipos de azúcar con el desarrollo integral de la obesidad. Los resultados de dicha petición fueron publicados en el respetado British Medical Journal en enero de 2013, en dónde una de las conclusiones apuntaba a que el aumento de la grasa corporal está dado por la cantidad de calorías consumidas y no por el tipo de calorías (es indiferente si proviene de azúcares, proteínas, grasas).
Los monosacáridos como la glucosa, fructuosa y galactosa desempeñan un papel muy importante en el ámbito de la nutrición al constituir el combustible principal de las células. De acuerdo con el estudio de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda “Azúcares en la dieta y peso corporal: revisión sistemática y meta-análisis de ensayos controlados aleatorios”, liderado por la Dra. Lisa Te Morenga, los azúcares son los que proveen al organismo gran parte de la energía que necesita para funcionar. Sin embargo, igual que ocurre con otros nutrientes, la clave está en mantener una dieta equilibrada y evitar el sedentarismo (componentes claves para el balance energético).
La glucosa se conoce también como dextrosa o azúcar de la uva, por hallarse abundantemente en dicha fruta. Así por ejemplo, si nosotros extraemos 355 ml (un vaso grande) del zumo de las uvas, habremos ingerido aproximadamente 58 g de azúcar. Asimismo, la fructuosa se halla en grandes cantidades en diferentes frutas y en la miel. Así tenemos que en un vaso grande de zumo de naranja podemos encontrar aproximadamente 33 g de azúcar, ya que se emplean de 4 a 6 naranjas para extraer el zumo que es rico en agua y azúcar principalmente, desechando la mayor parte su fibra.
Si nos fijamos en los estudios en los que se ven la contribución de los diversos alimentos en el aumento de peso, los alimentos azucarados no son más que un mero contribuyente, no una causa. La obesidad y el riesgo cardio-metabólico es claramente un problema multifactorial, por lo que siempre debemos apuntar a tener una dieta equilibrada y realizar al menos 30 minutos de ejercicio diario.

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