Hace dos años la misma OMS encomendó la titánica tarea de recabar toda la evidencia científica disponible, que estudiara la relación directa de todos los tipos de azúcares con el desarrollo integral de la obesidad. Los resultados de dicha petición fueron publicados en el respetado British Medical Journal en enero de 2013 en dónde una de las conclusiones apunta: “Los datos sugieren que el cambio en grasa corporal que tiene lugar con la modificación de la ingesta de azúcares resulta de una alteración en el balance energético más que de una consecuencia fisiológica o metabólica de los monosacáridos o disacáridos”.
Es decir, la investigación reveló que el aumento de la grasa corporal está dado por la cantidad de calorías consumidas y no por el tipo de calorías (azúcares, proteínas, grasas). Es por eso que, a diferencia de lo que sucede con el sodio o los ácidos grasos saturados, el Códex Alimentarius (organismo normativo de la OMS) no ha recomendado establecer un valor de referencia para el nutriente azúcar, contrariamente lo que sí ha hecho al establecer Valores referenciales de nutrientes (VRN) asociados a enfermedades crónicas no transmisibles (ENT) para ácidos grasos saturados y sodio.
El Dr. John Sievenpiper del St. Michael’s Hospital de Canadá lideró una investigación que contempló los múltiples efectos de la fructosa al entrar al organismo humano y su relación directa con el peso corporal, la presión arterial y el control de la glucemia en los seres humanos.
El reconocido investigador apunta: “El azúcar es uno de los muchos jugadores. Si nos fijamos en los estudios en los que se ven la contribución de los diversos alimentos en el aumento de peso, los alimentos azucarados no son más que un contribuyente. Por ejemplo, las papas fritas de paquete, las papas fritas, la carne procesada y la carne sin procesar aportan lo mismo o más en el aumento de peso en estos estudios. La obesidad y el riesgo cardio-metabólico es claramente un problema multifactorial. Toda esta discusión del azúcar es sólo una distracción de la cuestión principal, que es la energía. Es decir, que la gente está comiendo demasiado en general”.
El estudio de Sievenpiper resalta el hecho que los azúcares adicionados a los alimentos se metabolizan de forma idéntica a aquellos contenidos de manera natural, ya que son químicamente idénticos. El cuerpo humano no tiene manera de saber si la fuente de la glucosa y fructosa que absorbe fue la miel, un trozo de fruta, azúcar de mesa, una galletita, una gaseosa u otro alimento endulzado con azúcares.
De continuar la tendencia de la OMS sobre las recomendaciones dentro del Proyecto de directrices sobre la ingesta de azúcares pareciera que terminará por prohibir el consumo del azúcar si no se entiende el problema de la obesidad como un fenómeno multifactorial.
No hay que olvidar que el azúcar representa un importante nutriente para la sobrevivencia del ser humano. De acuerdo con el estudio: “Azúcares en la dieta y peso corporal: revisión sistemática y meta-análisis de ensayos controlados aleatorios”, liderado por la Dra. Lisa Te Morenga de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda señala que los azúcares son: “Los que proveen al organismo gran parte de la energía que necesita para funcionar. Igual que ocurre con otros nutrientes, la clave está en mantener una dieta equilibrada y evitar el sedentarismo (componentes claves para el balance energético)”.
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